Ayer viví la singular experiencia que nos propone ‘Fast and Furious 8’ (‘The Fate of the Furious’). Con tres estrellas del cine de acción en su reparto, Vin Diesel, Dwayne Johnson y Jason Statham, la novedad de Charlize Theron como villana, pequeños papeles para Kurt Russell y Helen Mirren, y el récord de mayor estreno de la historia… era algo que no me podía perder.
No soy fan de esta saga, mi idea del espectáculo va por otro lado, pero jamás me siento a ver una película con la idea de que no va a gustarme (sobre todo cuando dura más de dos horas). Si voy a ver una entrega de ‘Fast and Furious’ procuro prepararme para disfrutarla en la medida de lo posible, ajusto las expectativas y trato de tomármela con el humor adecuado. Bueno, mi intento fue infructuoso…
Antes de entrar en detalles, vamos a repasar a grandes rasgos cuál es la historia de ‘Fast and Furious 8’: Dom (Diesel) está en Cuba con Letty (Michelle Rodriguez), de luna de miel. Viviendo el típico videoclip de reggeaton. La malvada Cipher (Theron) chantajea al macho alfa de la saga para que traicione a su «familia» y la ayude a controlar el mundo. Tal cual. Dom está obligado a aceptar pero, mientras sigue el juego a la terrorista, traza su propio plan para acabar con ella.
Todo muy propio de dibujos animados. La franquicia mantiene algunos elementos esenciales y la mayoría de sus protagonistas, para que el fan fiel pueda sentirse como parte de esa familia de la que tanto habla Dom, pero el tono de la acción ha ido evolucionando para adoptar con total normalidad un nivel de fantasía donde todo puede pasar. Y cada nueva película es una apuesta por un espectáculo mayor.
Así, han creado la curiosidad por ver si cumplen esa promesa, por descubrir qué nuevas locuras protagonizan Dom y compañía. Lo peculiar de esta saga es que a pesar de aumentar notablemente el presupuesto y la fantasía, su alma está más cercana al cine de acción de «serie B», puro y duro, con sus clichés, sus personajes de motivaciones simples, el humor barato, las frases molonas antes de matar a alguien, los cochazos, los cuerpazos y una generosa ración de hostias y explosiones de toda clase.
El cóctel está servido. Con todos los códigos aceptados, y la promesa del mayor espéctaculo de la saga, uno espera disfrutar de la octava entrega de ‘Fast and Furious’ pero hay una serie de decisiones que perjudican y arruinan lo que debería ser un gran entretenimiento. A partir de aquí entramos en terrenos de spoilers…
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¿Ganar una carrera imposible, con un coche-cohete en llamas, para que su rival se convierte en una buena persona? El prólogo en Cuba parece querer ser una vuelta a los inicios, con un duelo por ver quién es el más rápido, pero acaba convertida en una secuencia totalmente disparatada de confusas intenciones. Hay un villano que falta el respeto a Letty, hace trampas y pierde a pesar de la chatarra que conduce Dom… pero es perdonado y ayudará más adelante. Y Dom regala su coche al primo que debía aprender una lección.
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¿Por qué Dom no sabe que tiene un hijo… mientras Letty le sugiere tener uno? Tras el amago de videoclip romántico en Cuba, a Dom le preguntan por qué no se ha planteado tener un hijo. Él se queda con cara de estar ocultando algo, y resulta que efectivamente ha sido padre, ¡pero él no lo sabe! Elena (Elsa Pataky) tenía la brillante idea de contárselo a la vuelta de Cuba, lo cual hace que nos preguntemos cuánto tiempo llevan de la luna de miel Dom y Letty…
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El confuso plan de Cipher. Es sorprendente que en una película de estas características se compliquen tanto con la villana, hasta el punto de no quedar claro lo que pretende. En esencia, claro, controlar el mundo, pero, ¿cuáles son sus motivaciones? ¿Por qué traza un plan tan complicado y escandaloso cuando podía hacerlo de forma más sencilla y discreta? ¿Por qué besa a Dom? Ni él lo entiende (por cierto, podría fingir algo, al menos de cintura para arriba no vemos reacción). ¿Y pensaba que Dom quedaría feliz después de todo?
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La contradictoria labor psicológica de la villana. No tiene sentido intentar ganarse el respeto de Dom cuando le estás chantajeando con la vida de su hijo pero lo más absurdo es cómo lo intenta; primero le vende la idea de que él es un cowboy solitario que necesita la adrenalina de la acción y más tarde se olvida de esto y le recuerda lo importante que es la familia para él. ¿Es que va improvisando?
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¿Por qué necesitan, realmente, a Dom? No le quieren por sus extraordinarias habilidades para la conducción, que es lo más lógico. Usan a su equipo, luego tiene que recoger un maletín y más tarde conducir hacia una central; el único momento donde realmente es clave es cuando obtiene los códigos, pero cuando te han mostrado lo que puede hacer Cipher, ¿no era más fácil seguir hackeando coches para escapar? Por cierto, ¿por qué Dom no se limita a conducir y son otros los que roban el maletín? Se juega la vida innecesariamente.
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¿Por qué cabrear al equipo de Dom pero dejarles vivos hasta el final? Para lo que quería hacer, parece que Cipher no necesitaba que Dom traicionase a su equipo cuando podría haberles mentido sobre la verdadera misión, pero ya dado ese paso, tiene varias oportunidades para eliminar obstáculos. Cabría pensar que no lo hacen por Dom pero… ¿vale matar a Elena? Está la escena del asalto al cuartel general, con todos indefensos, y más adelante Letty casi roba el maletín y la dejan viva. Ya al final parece que abren los ojos.
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¿Son necesarios tantos personajes? Una ventaja del extenso reparto que reunido en ‘Fast & Furious 8’ es que hay varias posibles víctimas de Cipher que le habrían dado un aspecto más amenazador. Y era una buena excusa para acortar el elenco porque no hay tiempo para todos y hay varios que resultan prescindibles. Hay tantos que se entorpecen los unos a los otros. Podrían tirar de cameos, como con Mirren o Luke Evans, y centrarse en unos pocos. Sin embargo, en lugar de reducir el grupo, ¡lo amplían!
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Encerramos a la Roca con Jason Statham, prometen partirse la cara, y luego escapan y son amigos. Así es, meten a Luke Hobbs en prisión para soltarlo poco después junto con Deckard Shaw, justo antes de que empiece la revancha que estábamos esperando. Una estupidez del guion y una completa decepción, que se ha convertido en el mejor teaser del spin-off que ya está en marcha.
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El rescate del bebé de Dom. Statham es carismático, divertido y pelea que da gusto, cada vez que sale la película gana puntos, pero la secuencia del rescate podría ser mejor sin un par de cuestiones que me parecen absurdas: el bebé es demasiado valioso para Cipher, ¿por qué no estaba mejor vigilado? La villana es una experta hacker pero ¿hay un dispositivo rastreador dentro de su avión y no se da cuenta? ¿Y abre una puerta del avión en pleno vuelo pero la sillita del bebé no sale disparada? Ah, vale, que esto es cine fantástico…
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Cipher, mucho ruido y pocas nueces. Tiene pinta de guerrera dura, de conocer el estilo de Dom porque ella es similar, un montón de armas que parece dominar… y al final, lo único que hace es hablar. Nunca entra en acción. Nunca pelea, nunca conduce. No es, ni de lejos, esa némesis que prometían. Las metáforas de cocodrilo y el tigre me parecen ridículamente geniales, por cierto.
- Como Mad Max en la nieve pero no te enteras de nada. La gran secuencia de acción, el climax de la película, es un absoluto caos; la planificación es desastrosa, los vehículos de los villanos aparecen y desaparecen, los coches de los héroes esquivan balas, y ni siquiera un submarino puede derribarles. Y en el momento justo llega Dom saltando con su coche, como Gandalf a caballo en ‘Las dos torres’, para salvar a sus desesperados amigos. Por suerte, su piel es de acero y no le afectan las llamas ni el calor. Es Superman.
Podría ahondar un poco más en el absurdo guion de Chris Morgan y la torpe puesta en escena de F. Gary Gray pero creo que estos son los puntos principales. Y tampoco creo que haya que sacar punta a todo, como decía más arriba, estas películas necesitan su dosis de acción imposible y humor pasado de rosca; es parte de su ADN. Asimismo, me gustaría dejarte la palabra para que aportes más momentazos locos dignos de ser recordados. ¿Cuáles me faltan?